Cusco, reliquia andina, despliega sus tesoros en varios niveles. Está la dimensión arqueológica: los vestigios de la civilización inca que subsisten bajo y entre la arquitectura colonial. Y está su vida urbana actual: plazas vibrantes, miradores, mercados y barrios artesanales.
Los miradores de Cusco son espacios donde la ciudad revela su estructura profunda: el trazo de sus antiguos caminos, la lógica de sus barrios y su entorno natural. Cada mirador ofrece una perspectiva distinta, desde la intimidad barrial hasta la amplitud de la urbe abrazada por sus montañas.
Entre los múltiples rincones atractivos de Cusco, el barrio de San Blas ocupa un lugar singular. De tradición artesanal y espíritu bohemio, sus estrechas calles peatonales conforman un entramado que invita a recorrerlo a pie. Situado dentro del centro histórico, San Blas concentra talleres de artistas, cafés y una vida barrial que conserva rasgos de autenticidad.
Uno de sus puntos más apreciados es el mirador de San Blas, ubicado en una pequeña plaza provista de piletas y bancos. Desde allí, la ciudad se abre en perspectiva: un lugar ideal para observar la dinámica cotidiana o para esperar la llegada del atardecer.
Cómo llegar: Desde la Plaza de Armas, sube por la calle Hatun Rumiyoc, hasta encontrar la popular cuesta San Blas. El trayecto a pie toma unos 10 a 20 minutos.
Situado en las proximidades de la Plaza de Armas, el mirador de San Cristóbal es una de las mejores opciones para quienes desean contemplar Cusco desde las alturas. Desde la plaza que se abre frente a la iglesia de San Cristóbal —construida en el siglo XVI sobre antiguos cimientos incaicos— se disfruta de una vista privilegiada del trazado urbano y de los principales hitos de la ciudad.
El acceso puede realizarse a pie, subiendo por la Cuesta Suecia o la calle Don Bosco, aunque también es posible arribar en vehículo. Desde esta altura, es sencillo comprender cómo Cusco se ha desarrollado en diálogo permanente con su geografía.
Cómo llegar: Desde la Plaza de Armas, toma el camino por la calle Suecia en dirección a San Cristóbal; luego puedes subir por la calle Resbalosa o la cuesta San Cristóbal. El ascenso a pie tomará unos 15 minutos.
El barrio de Santa Ana es uno de los más antiguos de Cusco y ofrece un recorrido que combina historia y vistas panorámicas. Situado en las laderas del noreste de la ciudad, Santa Ana conserva el carácter de un barrio popular, con calles angostas, viviendas tradicionales y una iglesia colonial que domina su plaza central.
El Mirador de Santa Ana, ubicado en la plazoleta homónima, constituye uno de los puntos privilegiados para observar la ciudad. Desde allí se contempla la Plaza de Armas, los tejados del centro histórico y la ascensión hacia el Cristo Blanco. La plazoleta ha sido recientemente renovada, incorporando una fuente ornamental y un sistema de iluminación que permite disfrutar de este espacio tanto durante el día como en horario nocturno.
Cómo llegar: Puedes tomar un taxi desde la Plaza de Armas, que te dejará en Santa Ana en 10 minutos o menos. También puedes dirigirte a pie desde la Plaza de Armas; bastará con llegar al pie de la cuesta Santa Ana y subirla con calma. Esta última opción te tomará entre 25 y 40 minutos.
El Mirador del Cristo Blanco, ubicado en el cerro Pukamoqo, a unos 3,600 metros sobre el nivel del mar, ofrece una de las vistas más amplias y completas de Cusco. Desde esta altura, es posible apreciar no solo el centro histórico, sino también la expansión contemporánea de la ciudad hacia los valles circundantes. La fotografía encuentra aquí un escenario inmejorable; sin embargo, el verdadero valor del sitio radica en la experiencia de contemplar la relación entre el espacio urbano y el entorno natural.
El mirador debe su nombre a la monumental estatua del Cristo Blanco, obra del escultor cusqueño Ernesto Olazo Allende, inaugurada en 1945 como donación de la colonia árabe-palestina residente en Cusco. La ubicación, en las inmediaciones de la imponente fortaleza de Sacsayhuamán, refuerza el carácter simbólico del lugar: un punto de encuentro entre tradiciones locales y expresiones del cosmopolitismo que ha marcado la historia de la ciudad.
Cómo llegar: Desde San Blas, puedes subir unos 15 a 25 minutos por un sendero señalizado que conduce al Cristo Blanco. También puedes tomar un taxi o el servicio colectivo “Señor del Huerto”.
De regreso en el centro de Cusco, el visitante se encuentra con el imponente Monumento a Pachacútec, ubicado en el Óvalo del mismo nombre. La gran estatua de bronce, erigida sobre una torre de piedra, representa al célebre gobernante inca y constituye un punto de referencia ineludible en la ciudad. A diferencia de otros miradores, aquí es posible ascender por el interior de la estructura, desde donde se obtienen vistas panorámicas tanto del centro urbano como de las montañas que enmarcan Cusco.
El monumento alberga además un pequeño museo, que ofrece información sobre la figura de Pachacútec y su relevancia en la historia del Tahuantinsuyo. Una sala interactiva complementa la visita, especialmente recomendable para quienes deseen profundizar en el contexto cultural. Los jardines circundantes, dotados de bancas, permiten hacer una pausa y contemplar con calma tanto el conjunto escultórico como el paisaje urbano que lo rodea.
Cómo llegar: Desde el centro histórico, toma un taxi o transporte local hacia la avenida Sol, con dirección al Óvalo de Pachacútec.
Dato importante: El ingreso a este mirador es posible con la compra del Boleto Turístico, que a su vez permite el acceso a muchos destinos imperdibles en Cusco.
Pasajeros felices