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Machu Picchu en bicicleta: aventura de 4 días desde Cusco

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¿Buscas una forma diferente de llegar a Machu Picchu? Esta ruta en bicicleta desde Cusco combina naturaleza, cultura y aventura en una travesía de 4 días por los paisajes más diversos del Perú. Porque el camino largo es el que te cambia.
Grupo de ciclistas atravesando la selva en la ruta hacia Machu Picchu
Ciclistas recorriendo la ruta hacia Machu Picchu, rodeados por la exuberante vegetación de la selva.

No todo el mundo entiende por qué alguien elige subir montañas para luego bajarlas a toda velocidad. O dormir en un pueblo que no aparece en las guías. O mojarse, sudar, ensuciarse… y llamarlo viaje.

Pero si estás aquí, leyendo esto, quizás sí lo entiendes. O lo intuyes. Tal vez sabes que hay caminos que se hacen con los pies, sí, pero también con las ganas. Y que Machu Picchu —ese lugar al que todos quieren llegar— tiene más sentido cuando se lo alcanza no por lo fácil, sino por lo vivo.

Esta travesía de cuatro días no está pensada para corredores de elite ni ciclistas de revista. Está pensada para gente real. Para quienes quieren experimentar la tierra andina con los músculos, el corazón y la risa compartida con otros. Una bicicleta de montaña, un grupo, un paisaje que se transforma en cada curva. Y al fondo, la ciudad sagrada esperándote. Si tienes tu bici o practicas MTB, este viaje te lleva al corazón del Perú con dos ruedas como compañeras.

¿Listo para comenzar tu propia aventura? Descubre el itinerario completo y reserva tu lugar en el tour en bicicleta a Machu Picchu.

Ciclistas cruzando un puente de madera en Ocobamba durante la ruta en bicicleta a Machu Picchu
Atravesando un puente en Ocobamba, paso clave en la travesía hacia Machu Picchu en bicicleta.

Día uno: El descenso comienza

Ruta: Cusco – Abra Yanamayo – Ocobamba – Quillabamba
Hora de salida: 5:00 a.m. desde tu hotel en Cusco
Traslado en vehículo: 2 h hasta Ollantaytambo + 1 h 30 min hasta el abra de Yanamayo
Inicio del descenso en bicicleta: 10:00 a.m.
Distancia en bici: 32 km
Altitud: de 4,300 msnm a 1,100 msnm
Tiempo estimado en ruta: 3–4 h en bicicleta
Noche en: Quillabamba
Dificultad: Media

A las cinco de la mañana Cusco aún bosteza, pero tú ya estás en camino. En el asiento de una van, pasando por pueblos dormidos y curvas que se elevan entre montañas, vas dejando atrás la ciudad. Llegas al abra de Yanamayo —más de 4,000 metros sobre el mar— donde el aire es limpio y delgado, y el silencio tiene otro peso.

Te bajas, ajustas el casco, y entonces: la bici. Es el inicio de tu aventura en MTB. Son 32 kilómetros de descenso hasta Ocobamba, por una carretera que parece tallada entre gigantes. La ruta es de dificultad media, pero lo que importa no es el reto técnico. Es lo que ves. Las nubes bajan. El viento silba. Hay tramos donde no se oye nada, salvo tus ruedas y el zumbido interior que solo aparece cuando el mundo exterior se calla.

En el camino te cruzas con campesinos, algunos saludan, otros siguen con lo suyo. Pasas por chacras, por riachuelos, por árboles que no conoces, pero que te acompañan como si sí. Al llegar a Ocobamba, sientes algo nuevo: una mezcla de cansancio y claridad. La movilidad te lleva a Quillabamba, donde pasas la noche. Duermes profundo, pues te lo has ganado. Tu bicicleta de montaña también descansa. Mañana, vamos por más.

Ciclistas sobre puente ruta hacia Machu Picchu
Ciclistas sobre puente ruta hacia Machu Picchu

Día dos: Donde la montaña se convierte en selva

Ruta: Quillabamba – Abra Santa Rosa – Santa Teresa – Cocalmayo
Hora de salida: 8:30 a.m. traslado en carro (1 h aprox.)
Inicio del descenso en bici: 9:30 a.m. aprox.
Distancia en bici: 15 km
Altitud: de 2,000 msnm a 1,300 msnm
Llegada a Santa Teresa: 5:00 p.m. aprox.
Visita a baños termales de Cocalmayo: 6:00 – 8:00 p.m.
Dificultad: Media

El segundo día te recibe con una transición natural: los Andes ceden espacio a la selva alta. Desde el abra de Santa Rosa, vuelves a montar bicicleta —tu bici de montaña lista para el nuevo terreno— y desciendes por 15 kilómetros de pura vida. El aire es más tibio, el camino más húmedo, y todo huele distinto. A tierra, a fruta madura, a hoja mojada.

En esta ruta ves cafetales, flores tropicales, mariposas grandes como tus manos. La bicicleta se mueve como parte del entorno, como si el camino fuera una extensión natural de tu MTB. Llegas a Santa Teresa, un pueblo que parece quieto pero que respira. Almuerzas algo local, algo sabroso, algo que tal vez no encontrarías en un restaurante de moda.

Y entonces viene el regalo del día: los baños termales de Cocalmayo. El cuerpo entra al agua caliente, algo se suelta y todo se vuelve a recomponer. Conversas con tus compañeros. No se hablan de logros, ni de récords. Se habla del camino, del gusto de estar ahí, del privilegio que es hacer esto sin apuro. Pues al fin y al cabo, las bicis son para todos, y para todos hay una historia por rodar.

Caminata A Machu Picchu Vía Hidroeléctrica
Caminata A Machu Picchu Vía Hidroeléctrica

Día tres: Caminata entre rieles, árboles y agua

Ruta: Santa Teresa – Hidroeléctrica – Cataratas de Mandor – Aguas Calientes
Salida en vehículo: 8:00 a.m. (45 min aprox. hasta hidroeléctrica)
Inicio de caminata: 9:00 a.m.
Distancia caminata: 11 km aprox.
Duración estimada: 2 h 45 min de caminata + 45 min en Cataratas de Mandor
Tarde libre en: Aguas Calientes
Dificultad: Baja a media

Hoy caminas. No hay bicicleta. Pero la experiencia de los dos días anteriores sigue contigo, en las piernas, en la espalda, en la forma en que ahora percibes el mundo. El trayecto comienza en la hidroeléctrica y sigue paralelo a los rieles del tren. Pero no hay tren. Hay río, selva, sol, sombra. Caminas por casi tres horas, y el cuerpo —curiosamente— lo agradece.

Por el camino, haces una pausa en las cataratas de Mandor, donde el agua cae con fuerza entre piedras cubiertas de musgo. Es una imponente cascada a la cual no muchos turistas tienen acceso, casi un secreto de la selva. El tipo de lugar donde uno se sienta y deja de pensar.

Luego, continúas hasta Aguas Calientes, el pueblo que vive bajo la sombra de Machu Picchu. Ya se siente. Ya estás cerca. Pero no se trata de llegar. A esta altura del viaje, eso ya lo sabes. La bici quedó atrás por un momento, pero tu espíritu sigue pedaleando.

Tour en bicicleta de Cusco a Machu Picchu
Grupo de ciclistas, foto clásica en Machu Picchu

Día cuatro: El lugar sagrado

Ruta: Aguas Calientes – Machu Picchu – regreso a Cusco
Hora de salida: 6:00 a.m. desde tu hospedaje
Altitud Machu Picchu: 2,430 msnm
Duración de visita guiada: 2 h aprox.
Tren de regreso a Ollantaytambo: 2:00 p.m.
Traslado a Cusco: llegada estimada 6:30 p.m.
Dificultad: Baja

Te despiertas temprano y puedes percibir que por más pequeño que parezca el pueblo está rodeado de bellas y revestidas montañas. Tomas el bus que sube hasta la cima. Y ahí está: Machu Picchu, suspendido entre la niebla y las montañas. Es menos un lugar y más una presencia. Lo recorres, más que eso, lo atraviesas. O quizás te atraviesa a ti.

La visita es guiada, sí. Te hablan de astronomía, de ingeniería, de sabiduría ancestral. Pero también hay momentos en los que solo estás tú y esas magnificentes estructuras. Te sientas. Respiras. Entiendes que este viaje no era solo para ver Machu Picchu… sino para llegar a él con sentido y mucha aventura de por medio.

Una experiencia para quienes no le temen al polvo, ni al silencio, ni a descubrir algo nuevo en sí mismos. Y para quienes saben que una bicicleta de montaña no solo es un medio de transporte: es una forma de entrar al paisaje, de habitarlo, de sentirlo.

Este no es un tour de fotografía fácil. Aquí te vas a ensuciar. Vas a cansarte. Vas a descubrir que los músculos duelen distinto cuando estás contento. Pero también vas a reír, a aprender palabras nuevas, a probar fruta que no sabías que existía, y a conocer a personas que solo aparecen cuando decides salir del camino marcado.

Ciclistas pedaleando en el Tour de cusco a Machu Picchu en bicicleta
Ciclistas pedaleando en el Tour de cusco a Machu Picchu en bicicleta

El camino largo, el más vistoso. El que se hace con bicicleta.

No se trata de heroicidad. Se trata de presencia. De animarte a moverte al ritmo de la tierra, del grupo, de tu propia historia. Porque sí: esta es una aventura grupal. Y algo hermoso ocurre cuando compartes camino, agua, comida y miradas con desconocidos que terminan pareciéndose a ti.

Al final vuelves a Cusco. Llegas cansado, sí. Pero también más despierto. Más liviano. Más tú. Porque Machu Picchu sigue siendo Machu Picchu. Pero ahora tú ya no eres el mismo.

Pasajeros felices